En EUA las mujeres profesionistas son aproximadamente la mitad de la fuerza laboral. Y de acuerdo con encuestas realizadas por Gallup, la mitad de ellas desea llegar a puestos de liderazgo. Pero, de acuerdo con otros especialistas, la proporción en el C-Suite es de sólo 25%. Las empresas deben de saber escuchar mejor e implementar programas integrales de mentoría y apoyo para subir el número.
Hace poco una persona me compartió su opinión sobre diferencias en el liderazgo en términos de género. Ante esto, expuse mi postura respecto que el género no es un determinante para el liderazgo. El liderazgo es un término muy hablado y buscado principalmente en ámbitos laborales, sin embargo, podríamos hacer una reflexión sobre lo que implica ser líder.
La noción de liderazgo no solo refiere a la capacidad por llevar a cabo acciones para el alcance de objetivos, también implica influir, motivar, proponer, impulsar, ser visionaria/visionario, organizar y dirigir los recursos humanos y materiales, por ello es posible que una persona puede hacer que se logren las metas pero no necesariamente saber liderar.
Es importante considerar que el liderazgo contempla una participación que puede ser individual o grupal pero también un beneficio colectivo, donde se busca que las demás personas desarrollen la capacidad de liderazgo e incentivar el talento de cada quien, por ello las/los grandes líderes influyen para una transformación social en tanto innovar desde la asertividad y proactividad. En otras palabras, el liderazgo cambia la idea de individuo por comunidad, asumiendo y valorando el rol de cada una de las personas.
Mujeres y liderazgo
Ahora bien, el liderazgo en las mujeres es una realidad social que ha evolucionado al paso de los años. Son innumerables los logros, alcances y cambios que ha generado la mujer en la historia de la humanidad y el análisis de los contextos históricos nos permiten ver las dificultades en las que se han desarrollado. Hoy en día, los roles estereotipados han ido expirando de manera paulatina pero muy valiosa. Sin embargo, la brecha de género en el mundo laboral continúa en diferentes modos y medidas.
El “techo de cristal” es un término acuñado a la dificultad de ascenso y progreso que enfrentan las mujeres en su trabajo sin importar los conocimientos, capacidades o logros que presenten. ¿Cómo influir en el término de estos obstáculos? Es importante y urgente la educación basada en equidad de género, respecto al ámbito laboral. También es importante buscar una participación activa para fomentar la apertura de oportunidades hacia las mujeres. También es necesario promover el talento con igualdad y basado en capacidades, habilidades, aptitudes y conocimientos.
Los países que han presentado modelos y estrategias más eficientes para el manejo y combate son dirigidos por mujeres. Entre ellos se encuentran Nueva Zelanda, Alemania, Islandia, Noruega, Dinamarca entre otros. Si bien se destacó su grado de empatía, conciencia y responsabilidad social, también sus decisiones rápidas y determinantes.
Las capacidades y oportunidades son infinitas y cada ser humano tiene el derecho innato de desarrollarlas. Por eso es vital seguir trabajando por un cambio cultural y generacional en la búsqueda de un crecimiento individual y colectivo.